El ejemplo de Maradona

Jaime Cordero
4 min readNov 26, 2020

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El ejemplo de Maradona

-Yo me equivoqué y pagué.

La noticia supo un poco a refrito: la mañana del miércoles 25 de noviembre, los medios reportaron una nueva muerte de Diego Armando Maradona. Solo que, esta vez, parece, sí es la última. Parece, porque todos los que han visto a Maradona saben que con Maradona nunca se sabe. El drama ha sido desde siempre parte intrínseca de su narrativa vital: cuando todo parecía perdido, siempre había tiempo para una gambeta, un enganche, un pase que deja a Caniggia solo enfrente de Taffarel. Y, aun así, lo hemos visto morir muchas veces; no solo eso: lo hemos matado tantas veces que da para pensar si en verdad no era esto lo que queríamos, si en el fondo no deseábamos que muera, quizás solo para tener motivo de seguir hablando de él, con un ángulo novedoso.

A ese nivel lo exprimimos, al punto de que el último Maradona que vimos era ya una naranja sin jugo, un ser con el cerebro frito y el cuerpo averiado, que apenas atinaba a soltar algunos balbuceos, siempre atentamente registrados por las cámaras de TV. Acababa de cumplir 60 y parecía de 120. Todos fuimos testigos de esa degradación, de la horrible decadencia de un hombre trasmitida en vivo, tuiteada y comentada minuto a minuto, convertida en memes y stickers para compartir por el WhatsApp: a ese punto fue que nunca le dimos respiro. Mucho antes de que se rodara The Truman Show, los medios tuvieron a Diego. Y si sigues a un ser humano a todos lados, no te sorprendas tanto por lo que encuentras.

En fin, esta vez parece que sí toca despedirnos de él. Aunque, para todos los efectos prácticos, Maradona hace mucho tiempo había dejado de ser Diego; lo que quedaba con los pies sobre la tierra era una caricatura fea de un ser que, hace rato, ya era inmortal.

El caso es que, a cuento de su enésima muerte, se vuelve a repetir hasta la saciedad que Maradona puede haber sido uno de los mejores futbolistas de la historia, un deportista extraordinario e incomparable, en síntesis un genio con el balón, pero que de ninguna manera puede considerarse un ejemplo para la sociedad y menos “para la juventud” (como si a la juventud de ahora le importara un pito quién fue Maradona).

Me permito discrepar. Creo que la vida de Diego (su vida en general, no solo su faceta de deportista) ha sido ejemplar en más de un sentido. Es más, creo que si “la juventud” se interesara en mirar como fue la vida de Diego, sacaría importantes lecciones para el futuro.

Me explico.

Está el tema de la droga, desde luego. La maldita droga. Ciertamente, sin querer, Diego debe haber hecho más por la causa de CEDRO que muchos de sus oficiales “embajadores”. Su degradación, tan documentada, tan seguida, tan comentada, debe ser el argumento más potente que puede alguien mostrar para disuadir a las personas del abuso de las drogas duras. No solo por las secuelas físicas, también -y más que nada- por el escarnio público, la mofa cruel contra un persona que, al fin y al cabo, era un enfermo. Pero ya sabemos que la piedad es, muchas veces, una virtud que se ejerce de manera selectiva, a según. No hay mucho más que abundar en ese aspecto.

La vida de Maradona es un ejemplo de cómo el talento también puede ser una maldición, de la importancia de saber distinguir a las verdaderas amistades de los oportunistas que siempre aparecen, de que a los ídolos deportivos hay que admirarlos solamente por lo que hacen en la cancha, de que el fútbol es un mal sitio para buscar respuestas que nos arreglen la vida en otros ámbitos, de que, al menos en la tierra, hasta los dioses son imperfectos y, a veces, marcadamente defectuosos.

Pero, por sobre todo, Diego es un ejemplo de cómo el sistema en el que vivimos es capaz de juguetear con un ser humano desde su tierna infancia, de convertirlo en un ídolo, de hacerlo crecer hasta volverlo un gigante para luego triturarlo según las necesidades del momento, y repetir ese proceso todas las veces que sea necesario, si es preciso, si es rentable, hasta dejarlo como esa fruta exprimida que acabó siendo lo que quedaba de Maradona.

Todos lo hemos visto. Incluso aquellos a los que el fútbol les importa un comino. Quién sabe, a lo mejor nos sirve de ejemplo.

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Jaime Cordero
Jaime Cordero

Written by Jaime Cordero

Periodista, magister en ciencia política, docente universitario. Escribo de medios, política, deporte y todo los que sucede allí en medio. Lima, Perú.

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